domingo, 2 de mayo de 2010

Viaje a través del instante



Una noche decidiste rodar
por las escaleras de caracol
No estuvo de presente que al recaer
todo era lo mismo
mis huesos
tú carne
la esencia misma

Las espirales y los vértices
se besan en cada recodo
se retuercen en orgasmos de melancolía
hasta el fondo de un mundo inexacto
al que llegas
escalón
tras
escalón
tras
escalón
tras
escalón
escalera de caracol
que te devoras a la velocidad de tan
negrísima luz

Bajas en el recuerdo
te sumerges en la viscosidad del momento
intermitente
intermitencia
del intermitir

-¿Viste los restos del caballito de metal?
-¿Cuál dices?
-¿Ves la niñita sin piernas jugando a ser mariposa de acero?
-No.
-Era suyo...
-¿Escuchaste el gruñir del abuelo locomóvil en su silla sin ruedas?
-No.
-Sólo esto viste:

Todas las mujerzuelas de cobre suben a los cielos
por eléctricas escaleras
de luces estridentes
de luz ácida
de luces psicodélicas en medio de la noche de la noche

Allí no eres más que la pesadillesca
silueta que atormenta la calma del universo antagónico
el que vive al fondo de
las escaleras
de caracol
en la buhardilla del cosmos
en la torre de los lunáticos
es la escalera que no lleva al fin del camino
ni a la cima de la vida
ni a los pasillos descendientes de la belleza de la luz

Quizá te lleve al fondo de tí mismo...
Al umbral enceguecido de tú incertidumbre
sin una ventana
sin puertas
ni una rendija
ni chimenea.

1 comentario:

Víctor Hugo Osorio Céspedes dijo...

Me alegra sobremanera que no abandones el laberinto, Víctor. Eso está excelente, es la actitud del guerrero.